lunes, 1 de enero de 2018

UNO DE ENERO



A mi sobrino



Voy a contarte todo lo que no me han dejado decirte, todo aquello que pensé que viviría a tu lado y que aprenderíamos juntos, esos momentos que la vida se ha tragado sin ni siquiera dejar que los viviéramos. 

Todo empezó hace catorce años, cuando con apenas un día de vida me enseñaste por primera vez lo que era el amor verdadero. En el instante en que tu manita agarró con fuerza mi dedo me supe atada a ti, a ese amor que abrazando mi corazón me susurró que sería eterno.

Nunca dejes que el tiempo ni las malas palabras llenas de odio corrompan tus recuerdos. No permitas que quien te quiso y te quiere caiga en el olvido. Acuérdate de la mujer que te enseñó a deshojar margaritas y a contar estrellas, la que te cantaba y repeinaba con cariño, sabiendo que yo te revolvería el pelo; del hombre que te insistía en el valor de la paciencia, en que a veces hay que pararse y pensar, de aquel que, aún exhausto, te seguía el ritmo incapaz de resistirse a ese «una más, abuelo».

Alguien dijo que la vida se compone de momentos y te aseguro que es verdad. Atesora cada abrazo, cada caricia y, sobretodo, cada sonrisa. Son como estrellas fugaces: pasan tan rápido que tendemos a olvidarlas según las vemos y, una vez se apagan en el cielo, sabemos que no volverán.

Soy la que te ve crecer por medio de fotos robadas, la que sin darse cuenta te busca con la mirada cada vez que pasa por ese parque en el que puede que estés. Soy esa sensación de que alguien te observa desde lejos. Porque, aunque no me veas, estoy ahí, justo detrás de ti.

Siento que me he perdido todo, que ahora mismo somos dos extraños. Acepta este consejo: nunca des nada por hecho. No cometas el mismo error que yo, no te quedes nada dentro, porque seguramente mañana sea demasiado tarde para decirlo. Si quieres a alguien no pierdas el tiempo buscando las palabras, demuéstraselo cada día. Ama siempre como si fuera la última vez y no le niegues nunca a nadie una sonrisa o un «buenas tardes». Los días grises solo son tristes si tú permites que lo sean. Sé listo y precavido, porque vendrán mil inviernos, así que procura abrigar bien tu corazón, no seas de esos que caminan por el mundo con sentimientos congelados y risas falsas.

No perderé la esperanza de encontrar lo que me arrebataron hace años. Un uno de enero descubrí el secreto que muchos ansían hallar, ese que ilumina cualquier oscuridad; el que te hace volar sin necesidad de alas; el que te lleva a saltar cada mañana de la cama; el que le da sentido a todo. Cincelada en el corazón llevo una fotografía desde entonces, pues ahora sé que la felicidad tiene rostro y nombre: es de grandes ojos azules y rebelde pelo rubio, y eres tú.
Cuando llegues a esa edad en la que te sientas libre de los hilos que ahora te atan, que incluso puede que te cohíban y dirijan por senderos que no sueñas, búscame. Pasen los años que pasen, búscame, que yo seguiré aquí, escribiendo al niño que fuiste y al hombre en el que poco a poco te vas convirtiendo. Y quizás algún día el azar, o puede que el destino, deje caer en tus manos un libro como este, que te haga volver a los brazos que nunca quisieron soltarte, al corazón que jamás dejará de amarte. 

©


Te deseo un feliz cumpleaños, espero que estés disfrutando de tu día. Siento que una vez más no estemos juntos para celebrarlo, pero no pierdo la esperanza, se que llegará ese día en el que por fin volvamos a encontrarnos. Recuerda que yo no iré a ningún sitio, siempre estaré aquí. Un beso enorme, te quiero más que a nada en el mundo, se feliz pequeño.


Relato incluido en el libro Sinfonía de Palabras 2017. Asociación Papel y Pluma.