¿Te
acuerdas de aquella canción? ¿Cómo se llamaba? No recuerdo su título, pero si
lo que me hacía sentir. Recuerdo la letra y como la cantábamos a pleno pulmón,
entre risas, en una pelea de caricias que ambos ganábamos siempre.
Su
melodía inunda mi cabeza y si cierro los ojos, vuelvo a esos días, a ese
momento preciso en el que nuestros labios desataban tormentas, que nos dejaban
naufragando entre sabanas.
Con
el tiempo el piano se ha ido desafinando, sus versos han perdido plenitud y
entre líneas, ya no aparece tu sonrisa. Antes hablaba de dos, contaba una
historia, creíamos que la nuestra, puede que todos pensaran igual.
Ahora
ya no suena tan alegre, supongo que es el descompás de un corazón que late
solo, a destiempo y sin ritmo porque no se sabe las notas que tocaba el otro. Porque aquella canción era un dueto y por mucho
que me esfuerce, nunca volverá a sonar igual. No habrá voz en el mundo que haga
de ella lo que un día fue, será una melodía del pasado, una cinta olvidada en
el cajón de los sueños rotos, unos versos que jamás tendrán el mismo
significado.
Puede
que algún día olvide su letra y lo que me hacía sentir. Puede que en algún
momento la escuche sin echarme a llorar, sin recordar lo que perdí. Incluso
puede que encuentre otra canción que me devuelva la sonrisa, las ganas de
volver a cantar a gritos, de tararear en un oído que termine las frases que yo
dejo a medias. O quizás sea el momento de escribir mi propia letra, de
encontrar mi ritmo y lanzarme al estrellato como solista. Al fin y al cabo, solo
se trata de ponerle música a la vida.
©
Fotografía realizada por Sara M.G.G